jueves, 25 de junio de 2009

La organización de la sociedad


La sociedad en tiempos de la dominación española se encontraba jerarquizada con criterios étnicos. Para los conquistadores las clases sociales estaban dadas de acuerdo a las razas. Una frase característica de los españoles era: un nativo bueno es un nativo muerto.

Desde mediados del siglo XVIII la población del virreinato aumentó gradualmente, aunque su distribución geográfica no era uniforme. Desde el punto de vista étnico, la sociedad del periodo hispánico estaba formada por blancos, indígenas y negros.

Los blancos comprendían los españoles, los criollos y los extranjeros.

Los españoles:

Los hidalgos españoles que pasaron al Nuevo Mundo conservaron los caracteres propios de su tierra natal, mantuvieron su fe religiosa y su carácter autoritario. De mediocre instrucción se consideraban superiores a los criollos (sus iguales americanos), quienes no podían compartir sus privilegios por el solo hecho de haber nacido en este continente.

Los españoles ocupaban el gobierno y las principales funciones públicas. Administraban sus ganados y haciendas, es decir, las tareas que resultaban más provechosas, ya que “su propensión e inclinación los lleva a enriquecerse” según decía un documento de la época.

Los criollos:

Hijos de padres españoles, pero nacidos en América, los criollos eran inteligentes, ambiciosos, altivos y liberales. No pudieron tolerar que los “chapetones” (españoles) recibieran todos los privilegios y que los excluyeran de las funciones públicas.

Aunque las leyes otorgaban a los españoles y a los criollos la igualdad jurídica, estas disposiciones no se cumplían en la práctica.

Los extranjeros:

Los monarcas españoles trataron de impedir la libre entrada de extranjeros en sus dominios de ultramar. Procedían en esta forma, de acuerdo con principios políticos y religiosos comunes de la época.

A pesar de lo que establecían las leyes vigentes, buen número de portugueses, ingleses, franceses, italianos y judíos, se radicaron en América para ejercer variados oficios (sastres, zapateros, carpinteros, etc.)



Los indios:

Eran los naturales sin sangre española. Para facilitar la obra colonizadora en América, la corona implantó el trabajo obligatorio de los naturales por medio de las encomiendas.

Los negros:

La necesidad de reemplazar a los indígenas que no respondían en los trabajos rudos, inició la trata o comercio de negros. Éstos eran adquiridos a sus reyes en la costa atlántica del África por traficantes ingleses, portugueses y franceses, quienes luego los vendían como esclavos en América.

Por constituir un elemento comercial, los negros recibieron mejor trato que los indígenas.

Los mestizos:

Los españoles del período virreinal, se alarmaron ante la gran cantidad de mestizos (hijos de blanco e india), ya que estos hábiles jinetes se destacaban por su arrogancia y falta de escrúpulos.

Prefirieron abandonar la ciudad, donde se les reprochaba su mestizaje se internaron en las campañas. En principio, estos campesinos fueron llamados gauderios, y más tarde conocidos como gauchos.

En la sociedad también se percibió claramente el cambio revolucionario. Muy pronto, los españoles peninsulares no afectos al nuevo orden establecido, fueron considerados abiertamente como enemigos. El derecho privado fue rápidamente cambiado: en 1811 se suprimió el tributo indígena; en 1812 se prohibió la importación de esclavos; en 1813 se eliminó toda forma de servicio personal de los indígenas, se liberó a los hijos futuros de madres esclavas, la liberación de todo esclavo introducido al territorio y de todo aquel que se enrolara en el ejército. Asimismo, se abolió todo tipo de nobleza y se prohibió la exhibición de blasones, en una sociedad que, en la época colonial, estaba muy acostumbrada a su uso.

La guerra y la necesidad de armar ejércitos para sobrevivir, generó un fenómeno social: la progresiva militarización de la sociedad y la influencia que este sector iba a ir teniendo en los asuntos políticos.

En lo que respecta a la cuestión religiosa, la revolución impuso profundos cambios. En una sociedad muy religiosa, como era la colonial, los gobiernos revolucionarios no dudaron en perseguir a aquellos miembros del clero desafectados al proceso que se inició en 1810. Llegó incluso, en 1813, a manejar los asuntos eclesiásticos en forma absoluta: las relaciones con el Vaticano no se reanudarían hasta bien avanzado el siglo XIX. Es más, la propaganda revolucionaria logró que una fiesta cívica como el 25 de mayo superara en importancia a las festividades religiosas tan importantes en la sociedad colonial.

Los cambios en la clase principal

Desaparecidos los funcionarios reales, surgió una elite revolucionaria o clase dirigente que ocupó los principales cargos políticos, militares, administrativos y eclesiásticos, siguiendo la escala de cargos públicos, la que se caracterizó por la inestabilidad debido a los enfrentamientos internos entre los distintos grupos políticos.

Los comerciantes mayoristas españoles perdieron importancia. Los criollos, que querían reemplazarlos, tuvieron que competir con los comerciantes ingleses a causa del libre comercio.

Los hacendados y estancieros, en cambio, beneficiados con la valorización de su producción, consiguieron una influencia que no tenían en la época de la colonia.

Los militares adquirieron una gran importancia gracias a la guerra. Los jóvenes comenzaron a ver posibilidades en la carrera de las armas, es por eso que comenzaron a incorporarse en el ejército.

El clero, mantuvo su importancia espiritual, intelectual y política. Conservó a su cargo, la educación, la orientación espiritual de la población y de los ejércitos en marcha.

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